Por: Liseth Turizo Medrano
Introducción
Las nuevas tecnologías han cambiado los paradigmas de cómo nos relacionamos con ellas mismas, y es irónico pensar que si bien somos nosotros –los humanos- quienes las creamos, cada vez les damos más y más poder, cada vez nos dejamos deslumbrar más por los alcances que logramos con ellas. Nuevos adelantos, como la realidad aumentada nos han llevado a nuevos debates desde múltiples disciplinas sobre cómo estamos reemplazando experiencias cotidianas, funciones humanas y hasta relaciones, por experiencias virtuales, sistemas biónicos y redes sociales; la pregunta es hasta dónde la tecnología debe moldear nuestras vidas, o –mejor dicho- hasta dónde nosotros mismos la llevaremos.
Si bien la tecnología ha sufrido un proceso de humanización desde aspectos como el diseño, la ergonomía y otros, que buscan una mejor relación con sus usuarios, también ella ha desencadenado una serie de cambios en nosotros, quienes hemos transportado metáforas de la tecnología a nuestras vidas cotidianas, gestos propios de nuestra relación con computadoras a nuestro lenguaje corporal cotidiano. Éste es el fenómeno sobre el que se quiere ahondar con ésta investigación, confrontando la visión de distintos autores y diversas perspectivas.
En primera instancia se hizo una recolección de documentos que se acercaran al tema desde distintos puntos de vista y disciplinas, cuyos conceptos y acepciones pudieran ser extrapolados al tema en cuestión. Los documentos fueron extraídos desde distintos sitios web y se realizó una lectura de ellos identificando sus tesis, posiciones e ideas principales para luego ser tejidas en una única argumentación.
El paradigma de la comunicación Tradicional versus La Nueva comunicación
Con la aparición de internet y los nuevos medios, la comunicación ha visto grandes cambios en sus dinámicas; los conceptos de receptor, emisor, mensaje, entre muchos otros componentes que habían sido definidos por la lingüística se han visto modificados por las nuevas posibilidades de interacción, la velocidad en el intercambio de información y la construcción colectiva de dicha información. Los paradigmas han cambiado: de la linealidad a la hipertextualidad, de la intermediación a la construcción “democrática”, de lo físico a lo virtual.
En un proceso de comunicación humana estándar, teníamos un emisor que le comunicaba un mensaje en un código y canal específico a un receptor dentro de un contexto determinado, pero ya la comunicación humana no se da solamente en esos términos, el sólo hecho de estar mediada por la tecnología afecta dichos parámetros. Así, cotidianamente ya nuestro mensaje no se da con un código único (los mensajes pueden contener un sin número de códigos: visuales, sonoros, táctiles, etc), a través de un canal físico, como el aire para las señales acústicas (ya se dan por canales eléctricos, electrónicos, electromagnéticos, etc), en un contexto determinado (en la actualidad las personas pueden estar en lugares distintos del mundo). De hecho nuestros papeles como receptores y emisores se trastocan todo el tiempo e incluso somos ambos de manera simultánea, como por ejemplo lo proponen las dinámicas de la Web2.0. La comunicación ya no se da mediante nuestros cuerpos (a través del lenguaje verbal y no verbal), sino a través de herramientas digitales que nos permiten expresarnos sin nuestro cuerpo; y si bien esa “liberación del cuerpo” puede presentar posibilidades infinitas al momento de trasmitir un mensaje, también genera problemas.
La interacción con la tecnología y mediada por la tecnología se genera de manera “artificial” en la medida que la comunicación ya no se da en un espacio físico, sino en uno mental, construido a través de metáforas.
La interacción digital se desarrolla en un “espacio mental”, virtual dirían algunos, donde la información en dígitos es la base del intercambio comunicativo. Todas las señales inconscientes que se intercambian en la interacción física son sustituidas por recursos digitales, fotos, emoticones, links, líneas de texto (cortas y largas), etc. Todo lo cual tiene que ser interpretado ‘racionalmente’, en términos simbólicos y conforme a códigos de comportamiento o comunicación. […] La sintonía de los cuerpos que constituye gran parte de la interacción física pierde protagonismo a favor de la sintonía de las mentes.
Lo que el autor llama “recursos digitales”, surge en respuesta a esa carencia de mensajes no verbales, los cuales contienen información vital para el intercambio comunicativo pero que no logran ser captadas en su totalidad solo por las palabras. Reemplazamos las señales de nuestro cuerpo con señales digitales, creamos una metáfora de nosotros mismos en la virtualidad.
El cuerpo híbrido y las metáforas de interacción
Así, como la comunicación verbal y no verbal a cambiado, muchos otros aspectos de nuestra relación con el espacio, otros humanos y los nuevos dispositivos también lo han hecho; artefactos como el Wii, elementos de realidad aumentada, entre muchos otros, en aras de mejorar la interacción y hacer los sistemas más amigables con los usuarios, han tratado de replicar gestos más naturales de los humanos para una relación más intuitiva. Esto lleva a una transformación de la relación con esos objetos, que no son simples herramientas, sino que están pensadas para complementar nuestros gestos y movimientos, pensadas más allá de su uso funcional, sino simbólico como nuevos miembros de nuestro cuerpo, que ya no sólo es cuerpo biológico, sino un cuerpo híbrido, que recurre a la tecnología para complementarse.
Pero entendamos que esas relaciones simbólicas que establecen el vínculo entre la tecnología y nuestro cuerpo, no están dadas al azar, sino que se construyen a través de metáforas.
Nuestros conceptos estructuran lo que percibimos, cómo nos movemos en el mundo, la manera en que nos relacionamos con otras personas. Así que nuestro sistema conceptual desempeña un papel central en la definición de nuestras realidades cotidianas. Si estamos en lo cierto al sugerir que nuestro sistema conceptual es en gran medida metafórico, la manera en que pensamos, lo que experimentamos y lo que hacemos cada día también es en gran medida cosa de metáforas.
Así se configura un cuerpo híbrido, la sumatoria del cuerpo biológico, el cuerpo tecnológico y el cuerpo metafórico que soporta esa relación. Las metáforas de interacción se transforman en puentes de significado que en un principio nos ayudaran a entender como funciona la tecnología para luego hacerla parte natural de nuestra cotidianidad.
La comunicación virtual y el no-cuerpo
Anteriormente se hablaba de una “liberación del cuerpo” como el fenómeno que ocurre en los momentos en que no usamos nuestro cuerpo físico para comunicarnos, pero ésta “liberación” a la cual se hace referencia va más allá. Las nuevas relaciones con la tecnología nos hablan de una nueva idea de lo que puede ser el cuerpo. Se habla de una sintonía de las mentes porque ya no necesitamos de lo físico, pero no por eso el cuerpo desaparece, se ha transformado en un cuerpo que busca una nueva identidad que no está limitada a lo que los sentidos perciben y a lo que la realidad soporta, sino a lo que se puede construir con las ideas: con los anhelos, las proyecciones de futuro, representaciones simbólicas e imaginarios sociales. Ese conjunto de ideas conforman “cuerpos” desprovistos de su corporeidad, de lo tangible –los no-cuerpos- que sólo viven en el mundo virtual, pero que empiezan a ser tan reales en la medida que nos permitimos una vida a través de ellos. Entendamos los no-cuerpos como esos “alter-egos” o identidades que viven en la red, esos avatares que nos representan en el mundo virtual.
Estos cuerpos, no sólo se relacionan distinto con otros cuerpos, sino también con la tecnología y el espacio. No sólo nos hemos creado una nueva identidad alejada de lo físico, sino que además a través de lo virtual estamos transformando el mundo tangible. Hemos puesto entre nuestro cuerpo y el espacio que habitamos algo más. Ya no son nuestros ojos los que ven el mundo, sino que un artefacto lo hace por nosotros, porque si bien podemos ver (tenemos la facultad de hacerlo), no vemos lo que queremos, es decir, ya no es suficiente con ver la realidad, sino que esperamos ver más allá de la realidad.
Estas extensiones del cuerpo también nos vuelven un no-cuerpo puesto que generan ruptura en la forma como habitamos nuestro espacio, pero además niegan lo que somos: no los podemos ver sólo como accesorios del cuerpo, sino como representaciones simbólicas de lo que queremos ser, cómo anhelos sobre nuestro propio cuerpo, y la relación con esas tecnologías como idealizaciones sobre nuestro futuro y supresión de nuestras carencias.
Conclusiones
Las definiciones habituales sobre interfaces nos hablan de una superficie que permite el intercambio comunicativo entre dos elementos de un sistema, que puede ser máquina-máquina, humano-máquina, etc. En ésta acepción de interfaz podemos identificar la importancia de la misma como el puente que posibilitará la realización de una tarea: traduce, conecta, interactúa. Si trasladamos eso a lo que cómo diseñadores gráficos estamos llamados a realizar en el proceso de desarrollar interfaces, tenemos que tomar en cuenta que ya no sólo se trata de escoger un lenguaje gráfico eficiente para facilitar el uso de determinado sistemas, sino que nos estamos enfrentando a problemas de diseño que implican un entendimiento profundo sobre cómo las nuevas tecnologías han creado nuevas relaciones y han modificado nuestro papel en esos sistemas humano-máquina.
El entendimiento de los nuevos paradigmas de comunicación, de las nuevas tecnologías, de nuestras nuevas posibilidades a través de la tecnología, y de cómo asumimos el papel de dicha tecnología en la construcción de nuestra realidad, son sólo algunos de los factores que entran a jugar un rol importantísimo en el desarrollo de interfaces que apunten a satisfacer las necesidades, funcionales, emocionales, cognitivas y simbólicas. Bien sea que nos enfrentemos a una relación cuerpo-máquina tradicional, a un cuerpo híbrido o a un no-cuerpo, el diseño debe trascender a lo meramente estético y funcional, y alcanzar un diseño de contenidos, de experiencias cognitivas, de metáforas, de esquemas de pensamiento: debemos ser capaces de transformar los nuevos paradigmas de comunicación.