Museo-ciudad un primer paso para crear identidad
Steven González –Historia
El patrimonio arquitectónico y cultural es importante para una comunidad en tanto simbolice y represente el desarrollo de la ciudad. Pero además, es necesario que sea protegido por la misma población, demostrando así el valor histórico de dichas estructuras y creando ambientes propicios para los habitantes y los turistas.
Al empezar esta investigación, y empezar a redescubrir a Medellín específicamente su centro (La Candelaria-Comuna 10) pude dar cuenta de lo mucho, que esta tiene para brindar y aquellos factores que la están opacando, es de gran interés incursionar en este proyecto sobre la importancia de la historia. Ya que esta, se encuentra gran forma perdida entre sus propios habitantes, contribuyendo no solo a presentar espacios agradables para ir a conocer, sino que realmente cuente quienes son los medellinenses, y del por qué les dicen paisas, por qué nuestra cultura tiene gran desarrollo económico, en un principio creía que estos iban por caminos distintos, pero todo, absolutamente todo, lo que es hoy Medellín, tiene un comienzo, ¿un por qué?, que si el museo se encargara de revivir, realmente contribuiría a fomentar el desarrollo de nuestra cultura” que no solo son lindas construcciones, obras públicas, expansión de territorios, sino que es algo más trascendental, que no requiere de tanto costo, y que realmente aportaría de gran forma a lo que somos y lo que tenemos por brindar. El museo ciudad es una ventana grande hacia nuestro pasado y hacia nuestro futuro, asi que con material audiovisual, líneas de tiempo rectoscopios información relevante escrita y una gran plataforma que permita tejer esos links entre ellos se convertir[ia en no solo en un gran museo si no en una herramienta para planeadores ,gobernantes, estudiantes, turistas, etc., una plataforma que además de hacer todo esto no ayudara a Medellín a recuperar su identidad e historia, y borrar la imagen de mucha gente que cvree que esta Medellín es una ciudad que olvida.
El valor del sentido patrimonial
Medellín a comparación de otras ciudades tiene la particularidad de no poseer un centro histórico, una plazuela principal que nos cuente un poco de los hábitos y vivencias de lo que paso por allí, Es por esto que es importante rememorar las pocas edificaciones de la comuna 10 (la candelaria); que han sido denominadas como patrimonio arquitectónico, pues muchas de ellas han sido demolidas o convertidas en sitios de comercio por lo que han perdido su valor cultural. Resulta, pues, imperioso resaltar dichas estructuras y mostrar el impacto que tiene la remodelación de estas, en la población, mientras unos no se percatan, en la memoria de otros prevalecen dolientes que con el paso de los años, se limitan a minorías frente a los hechos sucedidos.
Si visitamos hoy la comuna 10 de Medellín nos encontramos con sectores enmarcados en el comercio, pero si nos detenemos por un instante entre tanta congestión y observamos hacia las edificaciones, comenzamos a darnos cuenta que entre tanto pintoresco, ciertas de estas; nos hablan de otras épocas, edificaciones que tienen una historia por contar. De esta forma se han convertido en un lugar de referencia y gran recordación, tanto para propios como extraños. Dejando la gran incógnita si ¿estas algún día se podrán recuperar? o continuaran su acelerada pérdida de identidad.
Tal vez la explicación a este desgaste es quizá que en nuestro pensamiento coloquial ha estado siempre, estar a la vanguardia de la modernidad, nos preocupamos mucho por generar un edifico inteligente, o el rascacielos mas alto, sin importar el costo de sepultar nuestra historia.
De patrimonios culturales, a negocios comerciales
El caso de Una de las principales edificaciones que conforman el patrimonio cultural de la ciudad, es un buen referente de este fenómeno; ya que este inmueble que hasta hace algunos años, albergaba al Club Unión pasó a ser el centro comercial El Unión. Para entender con mayor claridad la importancia de este lugar es pertinente conocer sus antecedentes históricos; para comprender la gran pérdida que históricamente la candelaria (comuna 10 de Medellín) ha tenido y que ante los ojos de las nuevas generaciones es invisible.
La edificación se ubica en el Pasaje Junín, también patrimonio de la ciudad. El pasaje, en los años de fundación de la Villa fue un puente de madera, techo de teja de barro, cal, arena y piso de cascajo. Cuentan que tuvo espanto un hombre sin hogar que allí duerme y de noche tira guijarros. Esa calle antiguamente fue llamada “la del Resbalón” (Carlos E. López Castro, historias contadas, 2011), porque quienes la atravesaban en tiempos de lluvia caían al fango que formaba la tierra mojada, siendo objeto de miradas y burlas. En los años 20, la calle Junín fue el eje social de Medellín, luego de la apertura del Club Unión. En 1930 nació el Salón de Té Astor, que mantiene su vigencia hasta hoy. Como ése, muchos otros sitios de cafés, heladerías y fuentes de soda, como Fuente Azul, hicieron de Junín el punto de encuentro de la alta sociedad, que por esa época denominaron su recorrido como Juniniar (un verbo de identidad paisa aceptado por la La Real Academia en su edición 2001: 1683 juniniar CO. /DIHAPA: fig. mis.), pero que lamentablemente esta perdiendo su connotación.
Cabe resaltar que tan solo este ejemplo nos lleva a pensar en la verdadera importancia del patrimonio cultural y arquitectónico porque, en medio del crecimiento urbano de Medellín, y de una sociedad que actúa conforme a los cánones del funcionalismo, las estructuras grandes y ostentosas que caracterizan al patrimonio arquitectónico y a la mayoría de las edificaciones construidas a principios del siglo pasado resultan estorbosas y poco prácticas, pues ocupan mucho espacio y ofrecen muy pocas alternativas de uso. Entonces habría que cuestionarse si es más importante la conservación de nuestra memoria y nuestra historia y la contribución que podamos hacer al desarrollo físico de ciudad o por lo contario seguir haciendo laberintos comerciales que vayan opacando hasta el punto de desaparecer lo que nos queda de historia. Contraste cultural de los hábitos del antes y el después recurrentes en el club unión.
Una ciudad que crece a paso agigantado
Medellín cambia y crece a un ritmo que no da tiempo para crear tradiciones, para convertir gradualmente partes substanciales de su estructura urbana en elementos de definición de la ciudad. No olvidemos que casi todo lo que hoy está cubierto por casas y cemento era hace 90 años tierra de fincas y praderas, y que casi cualquier barrio nuevo ha pasado por un proceso de transformación que cambia del todo su apariencia en dos o tres décadas.
El comercio en el centro de Medellín como es llamada popularmente la comuna 10 no es algo meramente gratuito sino que tiene una razón de ser; con unos antecedentes históricos puntuales. El éxodo de campesinos de las regiones más apartadas del país que huían de la violencia, o buscaban un mejor futuro laboral fue inevitable, y muy pronto el centro de Medellín, el sitio preferido por la burguesía, se veía invadido de toda clase de personas de estratos bajos.
La inclusión de la plaza de mercado de Guayaquil se convirtió en ese punto de encuentro social, en el que personas del campo bajaban a comercializar sus productos y visitar los locales que ofrecían una amplia variedad los domingos la compra de hortalizas, granos, entre muchos otras necesidades primarias de la canasta familiar, al igual que zapatos y algunos enceres varios; convirtieron esta plaza en el eje central de Medellín donde comenzaron a converger nuevas rutas de transporte, para satisfacer la nueva necesidad de ir al centro, flotas de buses escaleras, el tranvía los trolebuses y el ferrocarril de Antioquia, comenzaron hacer parte de este boom, que posiciono a Medellín como capital de Antioquia y segunda ciudad más importante del país.
Hitos históricos que ayudaron a que La Candelaria se convirtiera en un lugar reconocido por su comercio como los dos incendios de la plaza de mercado Guayaquil) el ultimo en 1968, que hicieron que ya no se concentrará el comercio en un solo lugar si no que este, se empezara a regar por todo el centro mas exactamente en lo que hoy se conoce como el hueco(un centro comercial muy reconocido en la zona).
Incluso muchas obras recientes, de comienzos de siglo, que habían llegado a hacer parte integral del espacio urbano, como el teatro Junín y el Teatro Municipal, fueron destruidas sin demasiada preocupación, los negocios empezaron a apoderasen de edificaciones antiguas como el palacio nacional que paso a ser, el palacio de los tenis, el club unión a ser el centro comercial unión, el edificio Carre que se convirtió en el hotel mas barato de Medellín, casonas viejas que pasaron a ser parqueaderos de motos y locales; todo esto con el ideal de alcaldes progresistas, con una actitud cívica y de amor a la ciudad. Y esto, para no hablar de la forma como se decidió cubrir las principales quebradas, sobre todo la Santa Elena, y la canalización del río y su tratamiento como una inmensa alcantarilla, que alteraron drásticamente la relación de los habitantes de Medellín con sus corrientes acuáticas.
Asimismo, la industrialización y creciente expansión de la ciudad fue llegando al centro que en muy poco tiempo se llenó de oficinas y todo tipo de negocios, La inseguridad creció y los miembros de la alta sociedad de barrios como prado empezaron a retirarse hacia otros lados (el poblado) dejando el camino libre para que el comercio y todo lo que este conlleva se apoderara del centro.
Con estas condiciones alarmantes el gobierno entro en la preocupación de como volver a restructurar esta comuna, creando proyectos que conllevaran a rutas patrimoniales y que resaltaran el valor que antes teníamos y que fue cada vez opacándose más y más, entre todo este auge de comercio. Lo cual da pie a una investigación más reciente del centro de Medellín.
Fomentando el desarrollo de nuestra cultura
Con ese boom que hizo que Medellín se convirtiera en una ciudad capitalista, y desarrollada en cuanto a la comercialización, se fueron perdiendo espacios para la admiración patrimonial pero a pesar de su gran crecimiento apresurado, por mentalidades progresista, donde el interés son proyectos que proporciones mas dinero, surgió la brillante idea de incursionar aspectos en la ciudad que fomenten al desarrollo de nuestra cultura
Pero eh ahí mi preocupación Medellín no puede evitar mirar todo su antepasado, por que como vamos a fomentar la cultura si nuestros monumentos culturales se están deteriorando, y todos lo permitimos.
No se puede evolucionar en cultura, si no tenemos esta misma; para respetar lo poco que nos queda de identidad. Esta bien que el comercio sea un gran incentivo para nosotros, pero que triste es que sepamos mucho de cifras, pero poco de donde surgió la palabra “Barraquera” un verbo propio, que sabemos muy bien lo que significa, pero no sabemos el ¿porque? y el de ¿donde? Provino.
Por lo que no podemos olvidar que Cada grupo generacional se apoya en memorias y contactos rurales, y poco a poco va haciendo suyos los elementos propiamente urbanos, los recuerdos, las imágenes de lugares, la memoria de símbolos, emblemas, representaciones, acontecimientos, que van definiendo la siempre cambiante trama de lo que cada uno vive como su ciudad.
CONCLUSIÓN
Lo primero que debe mencionarse es la forma como las gentes de Medellín viven y perciben su relación con la historia de la ciudad. Desde el siglo pasado, sus grupos dirigentes, probablemente acompañados por el grueso de la población, han compartido una inequívoca fascinación por el progreso. Entre otras expresiones, esto se ha manifestado por una relativa preocupación por las marcas de su pasado y los elementos físicos, arquitectónicos y del paisaje que en algún momento hicieron parte de la identidad de la ciudad. Esto ha llevado por lo común a una fácil destrucción de los hitos históricos de la ciudad, o a ignorar los daños causados por algunas obras de desarrollo en edificios y paisajes tradicionales.
Esas imágenes, esas memorias, esos símbolos, son en Medellín todavía muy cambiantes, pues la misma materia de la ciudad se transforma, y su gente es siempre en buena parte nueva. Por esta misma razón, muchos identifican más la ciudad con lo que puede ser, con el futuro, con el desarrollo, con lo que se construirá, que con su pasado, su historia o la nostalgia de lo vivido en ella. Por ello también la relativa indiferencia ante la destrucción de los elementos de vida urbana que durante algunos años se habían convertido en sitios de referencia general.
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